Literatura
Fabio Rivas Rivera camina entre esta mundo y la vos más profunda de la conciencia, en la que la perspectiva simplista no tiene cabida, la reflexión es necesaria, las preguntas difíciles, los momentos de luminosidad en una danza de Dionisio llamada posmodernidad es lo que nos ayuda a descubrir a través de su mirada única.
Fabio Rivas Rivera nacido en San Salvador el 5
agosto de 1990 poeta y gestor cultural, cofundador del centro cultural
Astrálabe, la banda experimental Lxs Bastardxs, la revista No y de ediciones
pirata.
Poema I
He querido ser otro
distinto del que soy,
pero no puedo,
soy un perezoso a la
hora de ser funcional,
mi aporte a la sociedad
salvadoreña será una cuchillada,
apuñalaré el cuerpo de
cualquiera que me lea,
asumiendo que no se
trata de un acto de justicia
ni de misericordia
ni de superación,
este es mi papel en la
rueda,
mi sombrero está
cargado de imagines incoherentes
y escupo a conciencia
sobre la dictadura de lo sublime
Yo, me arrastré
buscando una almohada para mi cabeza hipocondriaca,
intenté sostener los
edificios con mis manos
para que no me
aplastaran al derrumbarse
y miré fijamente la
acera,
hecha de gelatina
caliente,
como una trampa a la
cordura
o a la locura que
implica pretender que alguien aquí está cuerdo
Vivo el tiempo de
aceptar que el mediocre soy yo,
pero yo soy varios
y no puedo limitarme a
los caprichos de uno de mis representantes
En la antesala de lo
liviano
me retuerzo intentando
arrepentirme,
pero no puedo,
el dolor ha sido
importante,
porque cuando ha
llegado la factura de los desajustes,
ha llegado adjunto un
diccionario para las experiencias de ayer,
llaves para abrir las
jaulas de los cisnes, los lagartos y las libélulas
He querido ser otro
distinto del que soy,
pero no puedo,
soy un miserable que
baila reguetón y eructa Beethoven,
después de todo
-y según nuestras prestigiosas
universidades-
¿No se mide la
inteligencia en base a cuánto sepamos de Europa?
Yo no te miro,
me miro en vos y me
asusto,
pero me asusto más al
sentirte,
porque ahí no hay idea,
cada experiencia en el
contacto,
es en primera instancia
desconocida,
sin tu presencia no
existe,
lo que miro,
lo que elijo mirar,
es por largos periodos
inamovible
En el mundo de las
ideas te congelo,
nos congelamos y nos
hacemos gigantes
de voluntades y
confianzas pequeñas,
pero cuando nuestros
codos se encuentran en el transporte público
y entendemos que
necesitamos espacio
o cuando nuestras
miradas se cruzan de una loma a una ventana
o de un despacho a una
sala de espera
y suponemos que el otro
tiene una mejor calidad de vida,
pensamos en las
alternativas,
algo se inquieta,
la rueda sigue girando
y al menos en la idea
el papel cambia
El tedio es falta de
alimento para la imaginación:
no ver un planeta
metálico poblado de flores y aves magnéticas,
no fornicar con
ternura,
cerca de una tormenta
y debajo de un árbol de
mangos rojos,
de esos que te estallan
en los labios
y te convierten en un
efímero portador de sus sabores
Afirmamos para
consolarnos
y ya no encuentro
descanso en ese consuelo,
más descanso el de esta
incertidumbre asumida,
más descanso este beso,
este pararrayos amante
del vértigo,
de su sensación
atemporal más no dispersa
Mis versiones coinciden
en lo básico:
quieren vivir y matarse
con dignidad,
tener una incineración
orgiástica,
dosificar los
eufemismos
y oscilar entre aromáticos
jardines
y apestosas cañerías
¡Queremos darnos el
lujo de oscilar
y de contradecirnos!
En mi vela quiero una
fiesta cómica y sensual,
no quiero que arruinen
mi momento.
Poema II
Aunque no te guste
vos elegiste tu nombre,
todos los elementos que
te conforman se buscaron,
se diseñaron así mismos
en la necesidad de coexistir,
encontraron un clima y
un espacio favorable,
encontraron dos
criaturas fértiles
se desarrollaron
simultáneamente en ellas,
al conocerse,
pactaron que querían individualizarse
y separarse de los que,
en algún momento,
se convertirían en tus
progenitores,
ya en tu estado
embrionario,
los indujiste con
sutilezas
a experimentarte de
cierta forma,
con tus ritmos y tus
cambios de temperatura,
esos símbolos que te
pronuncian
viven en tu nombre,
no hay nada moral en
esto,
es una secuencia de
necesidades,
algunos nombres invitan
a sus portadores a vivir una vida tenue
a descansar, tal vez,
de otras vidas más ajetreadas,
otros sugieren un poco
más de seriedad,
de imponerse ante el
entorno que les oprime,
algunos son amarillos y
bondadosos nombres,
que cual las miradas
que les representan,
están llenos de una luz
incandescente,
que nos enseña y nos
libera las lágrimas,
de ahí que, en
realidad,
no haya malos nombres,
solo formas peligrosas
de asumirlos
¿Qué sería de nuestra
alegría sin los nombres?
¿Qué sería de nuestra
tristeza?
vos,
yo,
nosotros,
todos elegimos un
nombre.
Poema III
Temo al amor
y a lo que hay después del amor,
temo a que no haya amor
o que, en su defecto,
haya algo que se le parezca,
pero no sea,
que esté rancio,
que angustie más de lo que sane
Temo a no saber lo que es el amor
y no reconocerlo cuando llegue
o reconocerlo hasta que se vaya
y ya sea demasiado tarde como para alcanzarlo
o demasiado temprano para empezar
Temo confundirme,
producto de la soledad o del hastío
y que entonces nada sane,
por buscar algo que no es,
en base a los parámetros de mis temores
o del palabrerío que soltamos cuando alguien
pronuncia la palabra amor
o dice que tiene un conflicto con esa palabra
o cualquier cosa que se le parezca
Algunos dirán que no lo vale,
que todo lo que implique un esfuerzo tan grande
es demasiado arriesgado,
otros dirán que es lo único que importa,
que no hay vida sin amor
y así, si uno no comprende lo que es
o si uno no está seguro de haberlo portado
la angustia será doble
Temo a que el amor no sea la solución
sino el problema,
temo que desde el principio el asunto esté mal
planteado
y estemos persiguiéndonos en un laberinto de espejos
rotos,
prometiendo y rogando muestras del amor
que no comprendemos,
pero exigimos con furia
Temo danzar entre las multitudes,
susurrando penitencias tiernas,
intuyendo acantilados,
batiendo las alas
y pronunciando
(cada vez más fuerte)
¡Todos mis secretos!
Temo temerle al amor
y que, por este miedo,
el amor no llegue
o solo quiera irse,
pero nunca se termine de alejar
o que me evite cuando estoy así:
mareado de estas perversiones lúcidas,
de estos péndulos lumínicos
de este manicomio portátil,
o que me evite cuando me fascino
o cuando temo a fascinarme
o me fascino de mi propio temor
y lo aborrezco
Por eso temo al amor
o a lo que creo que es el amor,
por despiadado,
por voraz,
por indomable,
a veces lo miro a la distancia y le tiro y un beso
mofándome de su cautivadora locura,
otras veces lo sangro como a un órgano enfermo
o chillo entre sus mares
como un animal con hambre,
temiendo no satisfacerme,
con alimento alguno
o temiendo me sorprenda
desprevenido.
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