Versos Necios (Literatura)

 Los lunes son sin duda difíciles. El anhelo de reposo y contemplación se contra ponen ante la infalible realidad de la opresión sistémica de los espacios de introspección y belleza. Te invitamos a relajarte con poesía de Alberto López serrano quien invoca la belleza, el erotismo, la insatisfacción, el deseo y las batallas propios de los mitos griegos en un espejo con un reflejo muy humano.


diseño: Elizabet Sicilia.

Coordinación General : Elizabeth Sicilia

Algo sobre mí.

 Profesor en inglés y en matemáticas. Miembro de la Fundación Cultural Alkimia, coordinador de la peña cultural Los Miércoles de Poesía 2008-2023. Director de la Casa del Escritor—Museo Salarrué del Ministerio de Cultura de El Salvador entre 2016-2024. Director del Festival Internacional de Poesía “Amada Libertad” y del Encuentro de Poesía de San Salvador. Miembro de THT. Ha participado en festivales, encuentros y ferias en toda Centroamérica, México, Cuba, Perú, Bolivia y Colombia.

Poemarios publicados: “La nave falta”, “Cien sonetos de Alberto”, “Y qué imposible no llamarte ingle”, “Montaña y otros poemas”, “El domador de caballos” y “Cantos para mis muchachos”, y también en antologías de poesía salvadoreña.





EL RITMO DE LAS ROSAS

 

Caminar caprichoso como nube,

volátil, el aliento de la vida

nos lleva por la senda recorrida

que a veces baja y otras veces sube.

 

Vivir para caerse, a la deriva,

en una sima de la negra tierra,

pero el soplo de Zeus se nos aferra

para alzarnos de nuevo a la luz viva.

 

Nada más un suspiro, eso es vivir.

Nada más un descuido, y nos perdemos.

Cada paso intentamos descubrir,

 

inútil, lo perenne de las cosas.

Ancla no se nos da, pero hoy podemos

plantar de nuevo el ritmo de las rosas.






TODO VOS

 

Todo vos

Ya se sabe que todo vos a la sombra de mis muros

sólo vos bajo la piel de mis escombros

mientras gotean del techo las letras que te nombran

 

Cruje la almohada al resonar el pulso

"Habla" me grita la penumbra

y temo poner las vocales a tu nombre

"Salta" me insiste la voz

"Sólo falta el salto del muro hacia el asfalto"

y yo, con vocación de piedra,

agito el lago de mi sábana en silencio.

 

Cuajan en mis labios consonantes nada más

que no se atreven a soltar el fuego que las quema

Soplo brasas en secreto

Me clavo relámpagos sin trueno

y yo, con vocación de niebla,

traspaso con mis dientes tus espaldas

 

Vuelta y vuelta

Carcoma el espanto del tic tac en las sienes

Vuelta y vuelta

"Rómpete el altar y lánzate"

Vuelta y vuelta

y todo vos en el puente con que sueño verde cruzando hacia la mesa

y todo vos en azul alucinándome las venas con sonrisa

Te imagino como un tsunami de letras grises

se graban en mi trepidar de carne abstracta y yo sonrío

por la mañana te diré que todo bien

qué los pájaros se burlan de mí cuando amanece

que las horas son camellos que esparcen saliva en mis pupilas

 

Todo vos

ya se sabe que todo vos a la sombra de mis muros

todo vos a las tres treinta de la mañana

sólo vos en la agonía que me clavo

sólo vos completo en mis párpados en vilo

todo vos          todo vos          todo vos




EL DOMADOR DE CABALLOS

 

Estás oculta en un rincón aparte.

A medio punto tejes casi a ciegas

un manto grueso, púrpura y muy largo,

salpicado de flores de colores

que has bordado mecánica, hábilmente.

Hebra en tus dedos pálidos: derecho.

Máquina ansiosa y perfección: revés.

 

Ciñe tu talle el peplo de la boda.

Los trenzados adornos del tocado

apenas brillan al candil que lanza

su luz perdida… y alta la techumbre.

Apenas sostenida en la diadema,

la sombra de tu velo casi inmóvil

te enreda en la pared y te contiene.

¡Qué alegre te veías de su mano!

¡Qué bello lo obtuviste de la diosa!

¡Qué fuerte te abrazaba sobre el carro

mientras entrabas a vivir en Troya!

 

La médula del niño está en el plato.

Después se dormirá con la nodriza.

El ruido del fogón te reconforta.

El agua se calienta para el baño

cuando vuelva agotado de los golpes,

cuando tibio le laves las heridas,

cuando tibio lo mires a los ojos.

 

Ya bajo el fuego el trípode te anuncia

que dejes las agujas y tu manto,

y esperes destejerte entre sus brazos.

Apartas lento el velo de tu oreja,

pero no oyes las puertas que se empujan,

sólo un leve rumor que desde afuera

te va a romper el cráneo contra el muro.

 

La luz en el candil se descompone.

Ansiosa tiras todo contra el piso.

El agua hierve loca y pareciera

llamarte a voces no vayas afuera

mientras ya sin control se desparrama.

El fuego te ve ansiosa y descompuesta.

El fuego sabe que el feroz Aquiles…

El fuego bajo el trípode se calla.


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