diseño: Elizabet Sicilia.
Coordinación General : Elizabeth Sicilia
Edición de textos : Josué Andrés Moz
Algo sobre mí.
Cecilia Velazco: (San Isidro/Buenos Aires). Escritora argentina
que firma con el pseudónimo de ‘‘Ceciliescritos’’. Estudió literatura, diseño,
y los idiomas inglés y portugués. Además, incursionó en el ámbito de la salud. Escribe
desde corta edad y se caracteriza por apoyar las causas relacionadas con los
derechos de la mujer, los niños y los adultos mayores. Cuida de sus seres
queridos, de sus pacientes y sus escritos.
Él enfureció mis ocultas palabras,
como en sombras de débiles brisas,
tras ser tantas veces apuñalada mi alma,
tanto supo callar mi boca
y no balbucear una palabra, de esa verdad violenta y castigada.
Tampoco quise ser más que una mujer triste
y tener que cargar miles de cicatrices
en mi vida breve y dañada
Una luz brilló ese día,
fue glorioso sentir el sol en mi alma.
Basta ya me dije, de sol negro
y con espinas, que duelen alma y
Seguí en la perseverancia
y el orgullo mío brotó,
como una suave resiliencia que ya estaba acobardada.
Pero fui fuerte,
y en esa noche larga renací, porque aprendí otra vez,
a resurgir y ser feliz.
Con lo que soy y lo que tengo,
que es mi querida
mi apacible alma.
Tuve un antifaz que tapó mi suerte.
Y fue cruel y embustero,
nada más que un triste final.
La moral no cubrió mis expectativas
y fue hondo negro mi pesar
y mi horizonte postrero,
carga de vivir con un mal ha sido.
Fui honesta y perspicaz,
a la hora de entablar las verdades que emanaban de mi pesar,
tan cruel que lloraba mares.
Llegó un amanecer distinto.
Y pude ver un nuevo y colorido horizonte.
Y el sol brillante llenó mi corazón de nuevas caricias que me brindé.
Nada más para mí.
Me volví a encontrar.
Porque merezco ser feliz.
Conmigo misma.
Yo solo sé,
y conozco lo que valgo.
Nadie más que yo.
Porque mi vida es esta,
y si la pierdo o no disfruto.
¿De qué valió
tanto trago amargo?
Esa luz nunca se apaga,
termina el día y empieza la noche
y sigue allí, siempre encendida,
cual antorcha viva en su firmeza.
Y no cesa porque ilumina el día y la noche,
el nacimiento y el paso a la eternidad.
Ya ves, estoy aquí, es mi rutina.
He visto nacer,
he visto morir,
junto a ti, querida compañera
de prolongadas horas.
Y aquí en el firmamento de empezar un nuevo día, ¡brilla ella!
Esa luz nunca se apaga,
vienen y van esas almas,
algunas traen dicha,
otras quizás.
Simplemente pasan los días
y las noches.
Esa luz que acompaña.
Esa luz que todo lo ve.
Hoy me iré de aquí, con dolor profundo,
porque partiré
a un desconocido rumbo,
no te hallare.
Pero otros rumbos veré,
con esa eterna compañera,
la luz que todo ilumina.
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