Literatura
diseño: Elizabet Sicilia.
Coordinación General : Elizabeth Sicilia
Algo sobre mí.
Vanessa Sosa. Mérida, Venezuela (1986). Historiadora del Arte (2018) egresada de
la Universidad de Los Andes. Es una escritora que se considera aprendiz y
también autodidacta. Inició en el mundo de la escritura en el año de 2018 con
pocos microcuentos y microrrelatos, que transformó después, en relatos más
extensos. Se especializa en el género fantástico porque es el que más escribe,
sin embargo, considera que hay mucho por mejorar.
Resurge conquistador, desde las
entrañas de mis venas, tus animales extintos en este perfume; de voces de cielo
en primorosas calaveras. Jardines sanguinolentos del edén, hiperbóreos en los
estadios extraviados de mis cenizas, mascan el aceite de perlas, de soledades
imprecisas que castigan al amor de mi amor. Imperio de seda, tus manos, tus
narices, tus ojos de coros de besos me entregan a tu soledad. Tú, efímero
soñador de edades más excelsas.
Evanescente palacio que en las crines del paraíso trinan, mis llagas asienten tus mareas con peste de dichosas sirenas; ellas, de retorcida estampa, nublan a las portentosas obscenidades de mis pétreos abismos. Lidian con la tempestad del extravío del candor idilio, ese inmortal que reposa en mí. Ahí te encuentras en el horizonte y él atrae a la nocturna majestad de tus interiores.
Inferior a la esencia, silente de morir atrapada en tus espejismos; ilusión de doncella, doncel, presea, saga, tierno mago y hada; hechicero de aparentes bendiciones. Estoy aquí, para ti. Para él. Para sus ingenuidades. Tiendes al apoyo de mi apoyo. Mi moral. Me entregas al poniente, a tus cuatro ejes cardinales.
Eres Tú.
El amor de mis delitos.
Deditos de carne de música.
En la Presencia de tus matices.
Y.
en tu vientre.
Somos el magnánimo.
Coronado de espinas.
Bendito es el
tiempo en que vas a rezar, tú mi niño entre niños. Hincado ante los altares que
tú mismo has construido desde que tenías uso de razón; con ese entendimiento
desde el cual transmites nuestro nombre de nombres al cielo, a la tierra y al
mar. Porque ante esos altares colmados de contento y fascinación, te hincas y
rezas y rezas, por y para nuestro nombre por siempre amado.
De dádivas nos alimentas, dádivas que sólo una criatura como tú puede poseer.
Porque de tus rezos manan los más admirados sueños que acaban con la existencia
de esas distinguidas pesadillas, que, noche tras noche, invaden el arrullo de
tu cama. Ésa morada que crees indestructible, conforme te escudas entre ésos
aguerridos protectores que moran contigo en un universo en miniatura: los
juguetes que fungen como guardianes de tu ser. Todos ellos nobles a su
causa.
Y aunque no puedas escucharnos debes saber que todo está escrito como debe
estar escrito todo únicamente para ti; no temas mi niño. No hace falta que
escribas eso que día a día escribes desde los escondrijos de tu inocencia
cuando tus labios predican las palabras que nos quieres dedicar. No hace falta,
no. Siempre estamos contigo, a donde quiera que vas. Nosotros tus
"Fantasmas del Edén" somos uno contigo.
Porque tus rezos son meritorias ofrendas, ofrendas en esas manos que desnudas
se persignan en ese precioso tiempo en el que hablas con nosotros en tus
oraciones, niño, pues la beatitud de tu añoranza es nuestra señal y virtud
eterna. Y el fulgor de tu existir, ese que crees insignificante, es la más
preciada de las cosas a la que podemos alcanzar con fantasmales manos en el eco
de la egregia creación a la que tanto amamos.
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