Literatura
diseño: Elizabet Sicilia.
Coordinación General : Elizabeth Sicilia
Algo sobre mí.
Mexicana-Guatemalteca. Poeta,
documentalista, artista visual, microficcionista y docente trilingüe
(español, inglés y francés). Ha publicado Los cuervos habitan estas
páginas (2023), Poemas para la revolución (2019), Exilio
de Sirenas (2012) y Amando un cielo libre (2006). Sus
textos se encuentran en 37 antologías en México, Guatemala, Honduras,
Argentina, Perú, Venezuela, Estados Unidos y España; así como en algunas
revistas, entre ellas, Círculo de Poesía. Es directora del corto La edad de los
pechos (2022) y de los documentales: La vida
rota (2008), El clavel rojo (2008),
Las mujeres dicen sí a la ciencia (2014) y del largometraje Entre
letras (2024). Es maestra en Literatura Mexicana
Contemporánea por la UAM y licenciada en Creación Literaria por la UACM. Artista
seleccionada para la 23 Bienal de Arte Paiz.
Si septiembre fuese un envoltorio:
papel metálico que envuelve un ácido dulce.
Si septiembre fuese un día de lluvia conservado en una lata,
si abriésemos la lata y devorásemos la
lluvia.
Si septiembre fuese la matrioshka que
guarda octubre:
un cascarón, una nuez, las fibras de una
galaxia,
galaxia conformada por planetas y, entre
ellos, octubre.
Si los olores de septiembre huyesen de su
empaque,
si su contenido cayese al suelo,
¿vendría octubre sin septiembre?,
¿se detendría noviembre sin la llegada de octubre?
Si septiembre fuese una cortina de humo,
estampada de cardúmenes volátiles.
Si se anunciase en la voz de los
políticos,
promesa de cada candidato, a la presidencia, a gobernador, a jefe municipal.
Si se acabase el presupuesto en lujosas casas de mármol,
y no quedase dinero para traer
septiembre.
Qué pasaría si septiembre fuese y no.
Siniestro día de neblina, oculto en la cajuela del carro.
Árbol del que nacen y
cuelgan poetas.
Dioses que escupen nuestras manos.
Cabezas palabras, palabras atrapadas con cuerda,
hilos serpientes,
siglos sigilosos, silbantes.
Catálogo de cafés y
puros: uno dos tres poetas
que escriben notas noctámbulas nocturnas;
garabatos garabateados
ante un lápiz hambriento.
Follaje de poetas,
plumas de gallo, gallina, ganso,
ganzúas para abrir
cerrojos,
escupen las manos de las princesas.
Árbol del que cuelgan los poetas, saliva savia.
Columpios de cabezas
que escupen planetas.
Comen poemas mojados
en leche, uno dos tres gatos.
Vendrán
a mí los poemas, lloverán sobre el océano, peces, arrecifes nadarán,
besarán algas y corales; como las mantarrayas, se esconderán en la arena,
posarán junto a los turistas como estrellas de mar.
En
neopreno, descenderé profundidades: escribiré.
Afilado el arpón, humeante de grafito,
caerán entre las sombras, vestigios de ballenas que ya no son,
que
fueron petróleo y grasa para los vikingos.
La
puntería, la prueba y el error, ¿atraparé un mito?
quizá un verso, quizá una estrofa, acaso un punto.
El arpón se hará más ligero y sabio, no atraparé nada,
regresaré
a casa inundada de mar, de un mar que no maté,
de un mar que
renació en mí para brotar de mis manos.
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